En diciembre de 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución A/RES/62/139, declaró el 2 de abril como Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo.
¿Qué son los Trastornos del Espectro Autista?
Los trastornos del espectro autista (TEA) son trastornos del desarrollo que pueden provocar problemas sociales, comunicacionales y conductuales significativos. A menudo, no hay indicios en el aspecto de las personas con TEA que los diferencien de otras personas, pero es posible que quienes tienen un TEA se comuniquen, interactúen, se comporten y aprendan de maneras distintas a otras personas. Las destrezas de aprendizaje, pensamiento y resolución de problemas de las personas con TEA pueden variar; hay desde personas con muy altos niveles de capacidad (dotadas, o gifted en inglés) y personas que tienen muchas dificultades. Algunas necesitan mucha ayuda en la vida diaria, mientras que otras necesitan menos.
Actualmente, el diagnóstico de TEA incluye muchas afecciones que solían diagnosticarse por separado e incluyen el trastorno autista, el trastorno generalizado del desarrollo no especificado de otra manera (PDD-NOS, por sus siglas en inglés) y el síndrome de Asperger. Hoy en día, a todas estas afecciones se las denomina trastornos del espectro autista.
Signos y síntomas
Las personas diagnosticadas con un TEA a menudo tienen problemas con las destrezas sociales, emocionales y de comunicación. Es posible que repitan determinados comportamientos o que no quieran cambios en sus actividades diarias. Muchas personas con TEA también tienen distintas maneras de aprender, prestar atención o reaccionar ante las cosas. Algunos de los signos comienzan durante la niñez temprana y, por lo general, duran toda la vida.
Los niños o adultos con TEA podrían presentar las siguientes diferencias de comportamiento:
No señalar los objetos para demostrar su interés (por ejemplo, no señalar un avión que pasa volando).
No mirar los objetos cuando otra persona los señala.
Tener dificultad para relacionarse con los demás o no manifestar ningún interés por otras personas.
Evitar el contacto visual y querer estar solos.
Tener dificultades para comprender los sentimientos de otras personas y para hablar de sus propios sentimientos.
Preferir que no se los abrace, o abrazar a otras personas solo cuando ellos quieren.
Parecer no estar conscientes cuando otras personas les hablan, pero responder a otros sonidos.
Estar muy interesados en las personas, pero no saber cómo hablar, jugar ni relacionarse con ellas.
Repetir o imitar palabras o frases que se les dicen, o bien, repetir palabras o frases en lugar del lenguaje normal.
Tener dificultades para expresar sus necesidades con palabras o movimientos habituales.
No jugar juegos de simulación (por ejemplo, no jugar a “darle de comer” a un muñeco).
Repetir acciones una y otra vez.
Tener dificultades para adaptarse cuando hay un cambio en la rutina.
Tener reacciones poco habituales al olor, el gusto, el aspecto, el tacto o el sonido de las cosas.
Perder las destrezas que antes tenían (por ejemplo, dejar de decir palabras que antes usaban).
¿Qué dice la ONU?
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, “el autismo es una afección neurológica permanente que se manifiesta en la primera infancia, independientemente del género, la raza o la condición social y económica. El término espectro autista se refiere a una serie de particularidades. Un apoyo y un entorno adecuado y la aceptación de esta variación neurológica permiten a aquellos que padecen trastornos del espectro autista disfrutar de las mismas oportunidades y participar de manera plena y eficaz en la sociedad.
El autismo se caracteriza principalmente por peculiaridades en la esfera de la interacción social y dificultades en situaciones comunicativas comunes, modos de aprendizaje atípicos, especial interés por ciertos temas, predisposición a actividades rutinarias y particularidades en el procesamiento de la información sensorial.
El índice de autismo en todas las regiones del mundo es alto y la falta de comprensión produce fuertes repercusiones sobre las personas, sus familias y las comunidades.
La estigmatización y la discriminación asociadas a la diversidad en el ámbito neurológico siguen siendo los principales obstáculos para el diagnóstico y el tratamiento; se trata de una cuestión que deben abordar tanto los encargados de la adopción de políticas públicas de los países en desarrollo como los países donantes.
El sistema de las Naciones Unidas ha celebrado la diversidad a lo largo de toda su historia y ha promovido los derechos y el bienestar de las personas con discapacidad, incluidos los niños con diferencias en el aprendizaje y discapacidad del desarrollo. En 2008, entró en vigor la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, lo que reafirmó el principio fundamental de los derechos humanos universales para todos. El propósito de la Convención es “promover, proteger y asegurar el goce pleno y en condiciones de igualdad de todos los derechos humanos y libertades fundamentales por todas las personas con discapacidad, y promover el respeto de su dignidad inherente”. Se trata de una herramienta infalible para fomentar una sociedad inclusiva que cuide a todos sus miembros y garantizar que todos los niños y adultos con autismo puedan llevar una vida plena y gratificante.”
¿Qué tan comunes son los TEA?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, se calcula que, en todo el mundo, uno de cada 160 niños tiene un TEA. Esta estimación representa una cifra media, pues la prevalencia observada varía considerablemente entre los distintos estudios. No obstante, en algunos estudios bien controlados se han registrado cifras notablemente mayores. La prevalencia de TEA en muchos países de ingresos bajos y medios es hasta ahora desconocida.
¿Cuáles son las causas?
La evidencia científica disponible indica la existencia de múltiples factores, entre ellos los genéticos y ambientales, que hacen más probable que un niño pueda padecer un TEA.
Los datos epidemiológicos disponibles demuestran de forma concluyente que no hay pruebas de una relación causal entre los TEA y la vacuna contra el sarampión, la parotiditis y la rubéola. Los estudios anteriores que señalaban una relación causal estaban plagados de errores metodológicos.
Tampoco hay prueba alguna de que otras vacunas infantiles puedan aumentar el riesgo de TEA. Los exámenes de los datos sobre una posible asociación entre el riesgo de TEA y la presencia en las vacunas inactivadas del conservante tiomersal o de adyuvantes con aluminio han concluido firmemente que las vacunas no incrementan dicho riesgo.
¿Cómo se diagnostican los trastornos del espectro autista?
Los médicos diagnostican los trastornos del espectro autista al observar el comportamiento y el desarrollo de una persona. Por lo general, se puede diagnosticar de manera confiable un trastorno del espectro autista a la edad de dos años. Es importante que las personas con inquietudes busquen una evaluación lo antes posible para poder obtener un diagnóstico y comenzar el tratamiento.
Diagnóstico en los niños pequeños
El diagnóstico en los niños pequeños suele ser un proceso de dos etapas:
Primera etapa: Evaluación del desarrollo general durante los chequeos periódicos de los niños.
Todos los niños deben acudir a chequeos periódicos con un pediatra o un proveedor de atención médica de la primera infancia. La Academia Americana de Pediatría recomienda evaluar a todos los niños para detectar retrasos en el desarrollo durante sus chequeos periódicos de los 9, 18 y 24 o 30 meses. La evaluación específica para trastornos del espectro autista debe hacerse en las consultas de los 18 y los 24 meses. Es posible que se requieran evaluaciones adicionales si los niños presentan un alto riesgo de algún trastorno del espectro autista o de otros problemas del desarrollo. Los niños que tienen un alto riesgo incluyen aquellos que tienen familiares con estos trastornos, muestran algunos de los comportamientos relacionados con el espectro autista, tienen padres o madres mayores, tienen ciertas afecciones genéticas o nacieron con un peso muy bajo.
Las experiencias e inquietudes de los padres son muy importantes en el proceso de evaluación de los niños pequeños. A veces, el médico les hará preguntas sobre el comportamiento de los niños y usará esa información junto con herramientas para evaluar los trastornos del espectro autista y sus propias observaciones. Para leer más sobre los instrumentos que se usan para evaluar los trastornos del espectro autista, visite la página web de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) en www.cdc.gov/ncbddd/Spanish/autism/screening.html.
Los niños que muestran ciertos problemas del desarrollo durante este proceso de evaluación se remiten para una segunda etapa de la evaluación.
Segunda etapa: Evaluación adicional
La segunda evaluación la realiza un equipo de médicos y otros profesionales de la salud que son expertos en el diagnóstico de los trastornos del espectro autista.
Este equipo puede incluir a los siguientes especialistas:
Un pediatra del desarrollo, que es un médico con formación especializada en el desarrollo infantil
Un psicólogo o psiquiatra infantil, que es un doctor que se especializa en el desarrollo del cerebro y en el comportamiento
Un neuropsicólogo, que es un médico que se centra en evaluar, diagnosticar y tratar trastornos neurológicos, médicos y del desarrollo neurológico
Un patólogo del habla o del lenguaje, que es un profesional de la salud con capacitación especial en los problemas de comunicación
La segunda evaluación puede medir las siguientes habilidades:
Cognitivas o del pensamiento
Del lenguaje y
Las necesarias para realizar actividades diarias de forma independiente y apropiada para la edad, como comer, vestirse o ir al baño
Debido a que los trastornos del espectro autista son complejos y a veces se producen junto con otras enfermedades o trastornos del aprendizaje, la evaluación completa puede incluir análisis de sangre y una prueba de audición.
El diagnóstico formal y las recomendaciones para el tratamiento se basarán en los resultados de esta evaluación.
Evaluación y atención
Desde la primera infancia y durante toda la vida, una amplia gama de intervenciones puede optimizar el desarrollo, la salud, el bienestar y la calidad de vida de las personas con autismo. El acceso oportuno a intervenciones psicosociales tempranas basadas en las evidencias puede mejorar la capacidad de los niños con autismo para comunicarse eficazmente e interactuar socialmente. Se recomienda incluir el seguimiento del desarrollo infantil en la atención sistemática a la salud de la madre y el niño.
Una vez diagnosticado el autismo, es importante que se les ofrezca al niño o adolescente con autismo y a su familia información y servicios pertinentes, derivación a especialistas y ayudas prácticas de acuerdo con sus necesidades y preferencias y con la evolución de estas.
Las necesidades de atención de salud de las personas con autismo son complejas y requieren una serie de servicios integrados, que abarcan la promoción de la salud, la atención y la rehabilitación. Es importante la colaboración entre el sector de la salud y otros sectores, en particular los relacionados con la educación, el empleo y la asistencia social.
Las intervenciones dirigidas a las personas con autismo y otras discapacidades del desarrollo deben diseñarse y realizarse con la participación de personas que presenten esos trastornos. La atención debe ir acompañada de medidas en el ámbito comunitario y social para lograr mayor accesibilidad, inclusividad y apoyo.
Derechos humanos
Todas las personas, incluidas las que padecen autismo, tienen derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental. Sin embargo, las personas con autismo a menudo son objeto de estigmatización y discriminación, que incluye la privación injusta de atención de salud, educación y oportunidades para participar en sus comunidades.
Las personas con autismo tienen los mismos problemas de salud que el resto de la población, pero pueden tener además otras necesidades asistenciales especiales relacionadas con el TEA u otras afecciones comórbidas. Pueden ser más vulnerables a padecer enfermedades no trasmisibles crónicas debido a factores de riesgo como inactividad física o malas preferencias dietéticas, y corren mayor riesgo de sufrir violencia, lesiones y abusos.
Al igual que el resto de los individuos, las personas con autismo necesitan servicios de salud accesibles para sus necesidades de atención de salud generales, en particular servicios de promoción, prevención y tratamiento de enfermedades agudas y crónicas. Sin embargo, en comparación con el resto de la población, las personas con autismo tienen más necesidades de atención de salud desatendidas y son también más vulnerables en caso de emergencia humanitaria. Un obstáculo frecuente radica en los conocimientos insuficientes y las ideas equivocadas que tienen los proveedores de atención de salud sobre el autismo.
Resolución de la OMS sobre los trastornos del espectro autista (WHA67.8)
En mayo de 2014, la 67.ª Asamblea Mundial de la Salud adoptó la resolución titulada «Medidas integrales y coordinadas para gestionar los trastornos del espectro autista», que fue apoyada por más de 60 países.
La resolución insta a la OMS a colaborar con los Estados Miembros y organismos asociados en el fortalecimiento de las capacidades nacionales para abordar los TEA y otros problemas del desarrollo.
Recuerda que en Neurokiné podemos ayudarte, somos especialistas en atención a niños diagnosticados con TEA, Neurodesarrollo, Integración Sensorial y Rehabilitación.
Con información de:
Organización de las Naciones Unidas (ONU):
Centro para el control y prevención de enfermedades (CDC):
Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH):
Organización Mundial de la Salud (OMS):
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